Las balanzas son un elemento imprescindible en cualquier laboratorio. Al igual que las balanzas en general, las balanzas de laboratorio sirven para pesar o medir la masa de un cuerpo o sustancia. Solo que, en este caso, alcanzan una gran precisión en sus medidas. Para cuidar esa precisión suelen estar ubicadas en el interior de una urna protectora de cristal o plástico, de modo que no se altere la medición por factores tales como los movimientos del soporte en que se encuentren o las corrientes de aire, así como la temperatura o la presión ambiental. Igualmente, debe cuidarse de que la muestra se encuentre a temperatura ambiente, con el fin de evitar que la convección natural pueda formar corrientes de aire en el interior del receptáculo que falseen la lectura.

Para garantizar la precisión de las básculas es muy importante mantener su correcta calibración, mediante revisiones periódicas que aseguren su funcionamiento exacto. Por término general, podemos distinguir dos grandes grupos de balanzas, como son las mecánicas y las electrónicas. Pero, hablando de las balanzas de laboratorio distinguimos una variedad diferente, en base a sus distintos sistemas de medición. Las llamadas balanzas granatarias son algo lentas en su proceso de pesado y cuentan con una capacidad de 2.600 gramos. Su sensibilidad llega hasta 0,01 gramos, siendo capaces de determinar la masa tanto de objetos como de gases. En muchos laboratorios se utiliza como un instrumento de carácter auxiliar, ya que su precisión es menor a la de la balanza analítica, pero cuenta con mayor capacidad que ella. Las balanzas analíticas tienen una capacidad de 200 gramos y están diseñadas para medir masas pequeñas, en un rango menor al miligramo. En el caso de los modelos digitales, su sensibilidad alcanza hasta la diezmilésima de gramo (0,0001 gramos, o 0,1 miligramos). Las balanzas analíticas electrónicas ya no miden masas reales, sino que analizan la fuerza que resulta necesaria para contrarrestar la masa que está siendo objeto de medida. Para conseguir esto, se utiliza un electroimán, que genera esa fuerza accesoria y se va midiendo, hasta que es capaz de contrarrestar la masa del objeto. También hay balanzas semimicros, con las que ya alcanzamos sensibilidades de hasta 0,01 miligramo, con una capacidad de 100 gramos y alta velocidad de funcionamiento, o balanzas micro, que son capaces de albergar hasta 30 gramos, con una sensibilidad que llega al 0,001 gramo.
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